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En
la mitología
griega, Pándora
(en griego antiguo:
Πανδώρα) fue la primera mujer, hecha por orden de Zeus
para introducir males en la vida de los hombres, después de que
Prometeo, yendo en contra de su
voluntad, les otorgara el don del fuego.
La
caja
de Pándora,
en la mitología
griega, era un recipiente
al que tradiciones más modernas han llamado «caja», aunque se
tratase más seguramente de un ánfora
o una jarra. Según el mito este
recipiente contenía todos los males que aquejaban a la humanidad
(véase Pandora).
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Como
en la mayoría de las creencias religiosas o mitológicas, Pándora
simboliza pues “los males del hombre”, -o
Ser Humano-. Tiene cierta similitud con
el Génesis judío-católico de Eva, la primera mujer creada por
Dios, que al dar la manzana a Adán, le trae al hombre, -aquí
hombre quiere decir lo que su género describe, no se refiere al Ser
Humano-, todos los males.
Yo
he abierto mi Caja de Pándora, pues todos tenemos una, y aunque
podríamos pensar que esa Caja guarda todos los males del ser humano
-nosotros en este caso que abrimos la
Caja-, pero lo que realmente se
encuentran en las Cajas de Pándora que todos tenemos, son realmente
nuestros propios miedos.
Yo
he abierto mi caja de Pándora esperando que lleguen esos males, que
una vez transformé en Aliados, desde que supe que “Todas
las Circunstancias me Benefician”,
“no hay mal que por bien no venga”.
Abrir
tu propia Caja de Pándora solo significa querer enfrentarse a los
miedos propios, ya procedan directamente de lo que nosotros pensamos
sobre las cosas, ya sea que procedan directamente de la interacción
de otras personas.
Abrir
la Caja de Pándora es como mostrarse en la Plaza Pública tal y como
uno es, con sus virtudes y sus defectos, con sus aciertos y sus
errores. Si nos enfrentamos a nuestros miedos, cuando alguien en
plaza publica nos intente dañar enseñando nuestros defectos y
errores, no nos avergonzaremos de lo que somos, al contrario,
tendremos la fuerza para dejar desnudos de vergüenza a nuestros
atacantes y aparentes enemigos -hermanos
perdidos al fin y al cabo-.
Nada
que tu hayas visto antes en ti mismo, puede hacerte daño cuando
alguien ajeno te lo resalta.
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Cienfuegos,
enfrentándose a lo que toca.
21/07/2013
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