jueves, 30 de junio de 2011

10.- T. M. Fanuya del Desierto.-

...Fanuya era una población situada en las Tierras del Este de la Gran Isla. Todo su territorio era un desierto, con pequeños Oasis aquí y allá, pero que para llegar hay que ser un buen guía, pues el que se pierde, y este desierto es muy engañoso, no vuelve jamás si no conoce, o sabe leer los susurros de las arenas, los suspiros del viento, y las brisas que llegan de la mar...

...Sus habitantes son Humanos, una pequeña comunidad de Magos, y Ancestros Atolones, que provienen de la Historia más antigua de la misma raza, que organizo la Paz en la Gran Isla, la Paz entre razas...

...Sus habitantes se encuentran en la parte más cercana al centro de la Gran Isla, cerca de las montañas, montes y praderas que aun quedan. Fanuya, es su Capital, habitada por humanos, y Gobernada Antaño por Atolones, y actualmente por un Consejo de Atolones y por un Rey Humano...

...Los habitantes de los Oasis se les conocían como “Tuareg”, y eran nómadas entre Oasis...

...Hubo un tiempo en el que hombres y Viejos Atolones gobernaban correctamente hasta que llegó un mago desde lejos, quedándose como Consejero Real. Desde ese mismo momento, el Consejo de Ancianos de Atolones fue neutralizado, encarcelado, y omitido cualquier contacto con cualquier Emisario del Reino Interior fuera cual fuese sus orígenes...

...Poco a poco, las cosas cambiaron para peor, pues ya no privaba el beneficio de la comunidad, o el intercambio de Cultura, sino que lo importante en tan antigua ciudad, lo más conocido de ella en los últimos tiempos era la lujuria y el vicio sexual, el juego, teniendo gran repercusión un juego humano que llamaban “phóckker”, donde primaba el beneficio y el placer carnal personal y donde bandidos, ladrones, asesinos, piratas, y matones se resguardaban, mientras las personas de bien intentaban sobrevivir entre tales condiciones...

...La caravana de personas, animales, criaturas con grandes fardos de mercancías como madera de enebro, así como sus dulces jugos destilados de Meriadoc Chubb, sedas, largos pañuelos de todos los colores, especias, cenizas, polvos y barros para la belleza de la mujer, vestidos, prendas de todas las clases y de todas las razas...

...Animales como caballos, burros, camellos, dromedarios, mamuts, y elefantes se utilizaban para el cargamento de mercancías, los toros, los bueyes, los rinocerontes, y los elefantes medianos, así como los bisontes se utilizaban para el arrastre de grandes carros, llenos de minerales, o carruajes llenos de piedras preciosas, vigilados por Arqueros Atolones a caballo, que se veían obligados a pasar por la carretera que atravesaba el desierto...

...Mercancías como hoyas e utensilios de cocina de barro, de porcelana, de cristal, o de bronce, espadas de todos los tamaños, para todas las razas, mazos, yunques-mazo, escudos, armaduras, tenazas, bolas con pinchos, picas, mallas de oro, de metal, y de “Sinniel”. Un mineral muy apreciado...

...Era la Puerta Baja de la Ciudad, conocida por su gran arco, de casi 20 metros de diámetro, compuesto por un muro de una sola pieza de 10 metros de ancho, y 265 toneladas. Sus dos puertas median 20 metros de ancho por 35 de alto, compuesta por dos hojas. Cada una de ellas, estaba grabada, aunque a su vez estaba ajada, mugrienta, y envejecida por los años, destruidos sus grabados en cada lugar que parecía importante en su mensaje, y desgastadas por el repicar de la arena al golpear la madera en las fuertes tormentas de arena de este desierto...

...Estaban cerradas a esta hora del día, pues la luz solar, aun que el primero de los soles había salido ya, el segundo aun no había hecho su aparición. La ciudad de Fanuya empezaba su ajetreo a altas horas de la madrugada, cuando las puertas se abrían para que mercancías y comercio llenaran los almacenes, los graneros, y las tiendas de la ciudad...

...Ahora las puertas estaban cerradas. El trasiego del camino se correspondía a comerciantes que salían de Fanuya hacia sus destinos, comerciantes que llegaban a la ciudad, y que se disponen a acampar en los grandes lugares para tal efecto esperando que abran las puertas de la ciudad, e incluso comerciantes que simplemente están de paso...

...Para internarse en la ciudad a esas horas, solo es posible a pie, y atravesando el Paso de vigilancia. Desde aquí en adelante, entramos en una de las ciudades más antiguas de la Gran Isla, Gobernada por humanos...o eso era lo que parecía...

-Alto. ¿Dónde te crees que vas?- dijo uno de los hombres apoyado en la entrada.

-Traigo un mensaje para el Rey de Fanuya- responde el extranjero, tapado con un turbante.

-No dejamos entrar a Tuareg- dijo otro hombre escupiendo.

El hombre, bajó de su impresionante caballo negro de crin blanca, se acercó al más cercano de los hombres, y se retiró el turbante, dejando ver su rostro. Los cuatro hombres dejaron sus actitudes desidiosas, y se comportaron un poco. Solo el hombre que estaba observando desde la silla no se movió ni un ápice.

Estaba claro que aquella personalidad infundía respeto cuanto menos. No era una raza común. -¿Quién te envía?- dijo el hombre de la silla.

-Vengo del interior de la Gran Isla, del interior de la Gran Ciudad, del interior del Gran Templo- respondió el extranjero.

-Acompáñame- dijo el hombre de la silla que se levanto. Ambos entraron por una puerta y al otro lado le esperaban dos caballos. Trotaron con lentitud por una gran calle adoquinada, con casas pequeñas, agrupadas, casi empotradas unas contra las otras, muchas de ellas, como tumbadas ya que sus pilares habían cedido y se habían recostado sobre la de al lado, con muros torcidos, de madera y adobe, coloreadas, a medida que ascendían por la ciudad, pues las de abajo, eran negras, marrones, verdes oscuras, grises, y azules oscuro.

Olía a meados, a basura, y apenas se veía una alma. Tras 900 metros, se internaron claramente en otro barrio, en el que las plantas y la vegetación hizo su aparición, con flores en los balcones, en el suelo, con plazas y jardines, y que claramente estaba bien diferenciado del casco viejo, debido a la guardia que cuidaba el Arco Grande”, que daba paso a la ciudad media.

Los azules claro, los verdes, los anaranjados, y los rojizos hicieron su aparición en los edificios, cada vez con más espacio en su construcción. De vez en cuando se veían plazas amplias, con fuentes, edificios más amplios, y templos a cada lugar que mirábamos.

Aquel hombre a caballo conocía aquella ciudad desde niño, conocía sus escondites, conocía sus lugares bajo la ciudad por el alcantarillado (única ciudad fuera del Interior que poseía esta tecnología), conocía sus montes, y sus pozos, pero lo que aquel humano desconocía, era que el extranjero conocía igualmente la ciudad, como si él la hubiese construido como arquitecto, como obrero, como peón, puesto que la construcción de tal ciudad estaban en las Sagradas Escrituras de su raza Atolona.

El hombre llevaba una capa roja, sucia, pero que era de buena seda. Su caballo de color negro con plumas que colgaban de su crin, era un simbolismo de extrañas consecuencias. El extranjero conocía aquel simbolismo, de la magia de los Magos, y se preocupó. ¿Qué hacía un mago en Fanuya?, y lo más importante, ¿por qué un soldado humano de la ciudad, lleva un distintivo de mago en su caballería?

Pararon en una plaza dominada por el color azul de los edificios. Estaba justamente en el límite de las casas apiñadas, pues no dejaron de bordearlas desde que entrasen la parte media de la ciudad, que tenía forma de semicírculo, y aun que había un edificio de gobernación impresionante ante ellos, ambos hombres entraron en lo que parecía ser una cárcel.

-¿Me vais a encerrar?-

-No. ¿Qué mensaje traes?-

-No hablare más que con el Rey y el Consejo de Atolones-

El hombre coloco dos vasos en la mesa, se sentó y sirvió un extraño líquido oscuro.
Bebe- ordeno.

El Tuareg ni se movió y el hombre tras beber su vaso, miro al extranjero y se bebió el segundo vaso. –Solo se te permitirá hablar con el Consejero Único del Rey- dijo el hombre.

-No atiendo, obedezco, o escucho palabrería vana y tediosa de humanos ¡Llevadme ante el Consejo de Atolones!-

-El Consejo se ha jubilado, y todas las decisiones del Rey pasan por el Consejero Único. De lo contrario, vuelve por donde has venido- dijo el hombre sacando una daga que empezó a afilar. Entraron seis hombres, con espadas en sus cinturones, con largas barbas, al contrario que el hombre que hablaba.

El Tuareg, calculo todas las posibilidades. Y sacó una de sus manos escondidas bajo sus mangas hasta entonces. Su mano era oscura, oscura como la noche. Y de repente una luz blanca, destellante, y cegadora lo iluminó todo. Los hombres cayeron al suelo, y la luz ilumino el edificio saliendo su luz por las ventanas y puertas. Y luego silencio.

Al despertar saltaba su cuerpo, y este estaba tan cerca del suelo en movimiento, que se movió nervioso y cayó de bruces contra la tierra, rodó por él, y al levantarse, observo un alto caballo en el que el jinete era aquel extranjero Tuareg. -¿Me has secuestrado?-

-No, te he salvado- respondió el extranjero acercándose con el caballo, para que el hombre retrocediese sobre sus pasos, hasta que tropezó con sus propios pies, entumecidos por no haber andado, y cayendo, el caballo relinchando se levantó sobre sus patas traseras, como si quisiese pisar al pobre humano.

-¿Salvado de que?- gritó. La luz blanca hizo su aparición otra vez y el hombre perdió el conocimiento...


Cienfuegos...y la imaginación.

Escrito a día 01 de Junio del 2011.
Día 5 de la Decimotercera Luna del año -2.

Siguiente Capítulo:
Fanuya: Ciudad Hechizada.-
(Durlindof).-

No hay comentarios:

Publicar un comentario