martes, 31 de mayo de 2011

4.- T.M.- Tauren en Tierras Blancas.-

...Agrestes eran sus laderas, y pocos caminos había por lo que el Tauren de largos cuernos, y colmillos corría ladera arriba entre los abetos. Poco a poco el lugar tuvo un color blanco por la nieve, todo cubierto de aquel polvo que a Tauren por su peso, le costaba cada vez más correr...

Este terreno no es bueno para mí. Tuve que andar lentamente. El caballo colgado de mi mano izquierda aun vivía. Pronto empezó a nevar. Ascendí con cautela, y aunque a mi, mi pelaje me servía como abrigo, el dulce animal, estaba sufriendo. Se moriría.

Llegó pronto al Paso Elfico, donde, de una pequeña cueva, situada a la derecha del paso, salieron dos elfos encapuchados con sus arcos. Yo me paré. Nadie puede pasar y el que lo intenta muere en el acto. Son Elfos.

Coloque mi escudo boca arriba en la nieve. Después, coloqué sobre él, el caballo herido. Y me aleje. Uno de los Elfos, se quitó la capucha y se acercó. Tras observar el animal, me observo a mi como me retiraba a un lado, y me sentaba a Meditar Tauren, esperando.

Dijeron algo en aquella lengua que parecía música, y arrastrando el escudo, entraron por el Paso Elfico.

Pero poco más tarde, uno de ellos se acercó a mí. Y sin mediar palabra, en ninguno de los dos idiomas, me dijo –Ven con nosotros. No hay Tauren que cace un animal y lo traiga hasta nuestras puertas-

-Yo no he cazado a ese animal. De hecho los caballos no abundan en nuestras tierras. Lo cazaron los humanos- respondí en mi idioma.

Él sin abrir la boca me habló mentalmente. – ¿Serías tan amable de llevar tu escudo y el animal con uno de nuestros guías? Su peso es excesivo, y debemos vigilar el paso-

Me levante, y al llegar al paso, los Elfos me ataron a las patas unas cosas que según ellos me harían andar con más comodidad. Era de noche, y la tempestad de nieve y viendo aumentó.

Tras la Puerta Elfica, se abría una amplia llanura llena de nieve. Al final se veía el Bosque Blanco, y sobre este sobre salía una torre blanca. Me guiaba un elfo, aparentemente joven. ¿Qué edad tendrá? 200 años, 400 años.

Cuando nos adentramos en el bosque, el viento paró y la nieve caía lentamente.

-¿Te gusta nuestro bosque?- dijo mi guía.

-Lo siento, pero los árboles no me dejan ver el bosque- respondí.

El elfo sonrió y se paró ante mí. –Ningún Tauren ha pisado estas tierras. En tiempos futuros, la falta de Conciencia, no os dejará ver el bosque por culpa de los árboles que están ante vuestros ojos. Cuando salgas de aquí podrás ver el bosque en su conjunto-, y continuamos andando.

Tras tres horas andando, llegamos a la Ciudad Elfica de Oda. Y me paré. Observe los altos árboles que tenían en sus copas luces de colores, verdes, azules, amarillas y rojizas.

Llegamos a lo que parecía una plaza. Los árboles estaban colocados en círculo, y tan solo había dos caminos. Por el que habíamos llegado, y unos escaleras blancas ascendentes que se perdía en las copas de los mismos árboles.

Poco a poco, llegaron elfos, que se colocaron en un corro. Dos elfos de rango se acercaron al centro, donde yo deposite en el suelo mi escudo con el bello animal agonizante. Y me retire.

Los elfos me miraron. Intercambiaron palabras cantadas en su idioma, susurrantes, pero sonidos percibibles a mis oídos Tauren.

-¿Por qué un Tauren acude a nuestras puertas, y nos entrega un animal moribundo?, ¿Por qué no os lo coméis como hacéis con todas las bestias libres de este mundo?-

Permanecí callado, observando los leves movimientos del animal intentando respirar.
-¿Por qué?- grito el otro.

-¿Vosotros que sois tan sabios?, ¿Por qué iba a comerme un bello animal?, ¿Por qué comerme un animal que no he cazado?, ¿por qué soy el único Tauren que habiendo encontrado una maravilla de la naturaleza, se ha encaminado hasta las puertas de esta ciudad?, ¿Por qué creo que los Elfos podéis devolver la vida a esta hermosa bestia? Entre este hermoso animal y yo, yo soy la bestia, os suplico pues que le devolváis a la vida-

-Aun respira- dijo el más anciano del lugar. –Pero hemos de sacrificarlo y que vuelva su energía de donde procede-

En cuanto escuche eso me levante con tensión en mis músculos, a la vez que los elfos se echaban hacia atrás, y los soldados tensaban sus arcos.

-¿Piensas atacar nuestra ciudad?- dijo el más joven de los elfos.
Morirás-

-Antes o después, ciertamente moriré. Yo no tengo la virtud, o la losa de la eternidad. Si he de morir por salvar una criatura así, en vez de morir por dar muerte a otra, que así sea...- saque de mi cinturón el yunque que al ser alzado por mis fuertes brazos, las mujeres eficaz se escondieron y aparecieron más soldados...-pero prefiero morir por amor en estos tiempos, antes que por odio-

-¡Ningún Tauren muere por amor, no conocéis el amor, carecéis de todo amor en vuestro corazón- dijo el más anciano de ellos, y justo antes de dar la señal a sus soldados, todos nos quedamos paralizados por una voz que llenó todo el lugar.

-Valeroso guerrero eres tú Tauren. ¿Qué Tauren educado para la guerra frontal, muestra sentimientos, y amor por algo tan ínfimo para su raza?- dijo una voz desde todos lados.

Los elfos miraron a la escalera.

-Valeroso guerrero eres tú Tauren, entre los Tauren, del mismo nombre que tu raza, guerrero de la Gran Guerra. ¿Qué Tauren eres tú, que muestras Pasión por la lucha, en defensa de valores que incluso los humanos han perdido?-

Los elfos, se inclinaron, bajo la atenta mirada de los soldados, a aquella bestia Tauren que por mucho tiempo trascurrido, nunca había estado esta raza tan cerca de ellos.

-¡Oh! valeroso Tauren, viejo amigo de los elfos, gran guerrero, valeroso amigo Tauren tú eres bienvenido a mi hogar, y con amor te recibo-

Y ante mis ojos apareció. Viejos recuerdos surcaron mi mente, y la Conciencia de antaño hizo aparición. La Gran Guerra estaba ahora en mi mente ensoñada.

Y entonces una voz en idioma humano dijo –Alabado sea Amrod Tinúviel sabio entre los sabios-

La lengua humana era la lengua oficial en todas aquellas tierras del norte de la gran isla, donde nos encontrábamos, y para que elfos y tauren pudiesemos comunicarnos y entendernos, así fue utilizada.

Al oír su nombre Amrod Tinúviel, deje caer mi yunque al suelo, mi gran hacha, y me senté en Meditación Tauren, con mis ojos cerrados. Amrod, era un elfo que conocí en la Gran Guerra, cuando yo aun era un tauren crío. Un elfo muy especial por mí, pues me abrió la conciencia a muchas cosas que ignoraba, como la sensación y el sentimiento del amor, que hasta ese momento desconocía.

Los tauren, somos educados desde niños para la guerra frontal, por ello tenemos que pensar en el odio y en la ira, para poder hacer bien nuestro trabajo. Ya no existen guerras entre pueblos tauren desde la Gran Guerra, ya no necesitamos luchar, y otros sentimientos como el amor, para alguno de nosotros, nos dieron otro planteamiento de vida.

Amrod el elfo se acerco hasta mí andando, y colocó su mano en mi cabeza, entre mis cuernos. Ningún elfo había tocado la cabeza de ningún tauren hasta ese momento, en aquel lugar, y ante los ojos de sus ciudadanos.

Pero lo que esas gentes desconocían, era que en la Gran Guerra, muchos Magos y muchos Elfos, lucharon a lomos de muchos Tauren, formando una bestia feroz, con una mente invisible, suspicaz, y audaz.

Fuimos los Tauren/Magos, y los Tauren/Elfos, como se nos conocía, quienes nos abrimos paso entre los soldados enemigos, para acercar hasta el corazón del mal, a esos magos y elfos, que podía luchar contra el Mal cara a cara. Y fue un gran vínculo entre razas, y solo las Conciencias de Tauren, como se conocía a esos elfos y magos que luchaban sobre nuestros lomos, quienes podían tocarnos el centro de nuestra cabeza, entre nuestros cuernos.

Era este un vínculo difícil de explicar, si uno mismo no posee una conexión tan profunda.

-Me alegra que te hayas decidido a venir a verme después de tanto tiempo amigo Tauren-

-El amor por algo desconocido, me ha traído aquí- respondí con mi grave voz. Todo estaba tan en silencio, que se podía escuchar los latidos de mi potente corazón. Lo curioso fue que solo Amrod y yo escuchábamos los leves latidos del animal.

-Le queda poca vida, y debemos darnos prisa. Sígueme amigo- dijo Amrod y yo levantándome recogí el escudo con el animal, y colocándolo sobre mi cabeza, ascendí los escalones blancos, como amigo. –Gracias- respondí.

-Gracias a ti Tauren, por recordar ese sentimiento tan opuesto a tu raza-, dijo el sabio elfo.



Cienfuegos...y la imaginación.


A día 31 de Mayo de 2011.
A día 02 de la Duodécima Luna del año -2.


Siguiente Capitulo:
Recuerdos de antaño.-
(Amrod Tinúviel).-

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